MANGA

[Reseña] Nuestros colores

Bokura no Shikisai (僕らの色彩) / Our colorful days Book Cover Bokura no Shikisai (僕らの色彩) / Our colorful days
Nuestros colores
Gengoroh Tagame
Seinen / Costumbrismo, LGTB
Panini Manga
Abril a junio, 2022
Tomo A5 (150x210) rústica (tapa blanda) con sobrecubierta
176 págs. B/N

Sora Itoda es un estudiante de secundaria aspirante a pintor que siente el mundo a través de la sinestesia. Como adolescente, intentará lidiar no solo con sus emociones, sino también con el instituto, donde se hace pasar por heterosexual. La única persona que conoce su secreto es Nao, su mejor amiga. Pronto conoce al señor Amamiya, quien regenta una agradable cafetería, y no esconde que es gay. Así comenzará una relación de apoyo y amistad que servirá de gran ayuda para el inexperto y cohibido Itoda.

SOMOS DE COLORES

¡Os damos la bienvenida con orgullo a esta reseña de Nuestros colores! Afortunadamente, podemos decir que el mercado del manga en España es cada vez más diverso. Y ya no solo porque las estanterías aúnan grandes clásicos con obras más modernas y populares, sino también en cuanto al tipo de público al que se dirigen. Al igual que la diversidad cada vez está más presente en la sociedad, asimismo lo han de estar las lecturas que realizamos.

Hace años, nos hubiera parecido un sueño tener un mercado tan próspero y diverso como el de hoy día. El BL y el yuri han encontrado su hueco en los catálogos editoriales y la representación y visibilidad del colectivo LGTBQ se hace ver en los estantes de nuestras tiendas favoritas.

Gengoroh Tagame, no en vano, es un mangaka abiertamente gay, y así lo expone en sus obras. El autor ha dado un giro de timón a su carrera que a mucha gente ha sorprendido. Donde antes teníamos hombres peludos y fuertes (osos, vaya) realizando todo tipo de prácticas sexuales casi al límite, ahora tenemos un costumbrismo reivindicativo más ligerito. Ojo, no hay nada de malo en ello, todo lo contrario. Si acaso, este cambio nos habla de la increíble versatilidad del mangaka a la hora de abordar temáticas de lo más diversas y polarizadas.

Ya en su día comenzó esta andadura en la reivindicación social a través del manga con El marido de mi hermano (también publicado por Panini). Nos acercaba de una forma tan sencilla como genuina a una sociedad cerrada como la japonesa. Una sociedad donde a veces se tienen más en cuenta las apariencias que la autenticidad. A través de esta historia, Tagame pretendía abrir mentes y despertar conciencias. Ahora, siguiendo este rumbo cotidiano, nos llega Nuestros colores.

SALIR O NO SALIR (DEL ARMARIO), ESA ES LA CUESTIÓN

Nuestro protagonista, Itoda, es alguien con quien resulta sencillo empatizar. Él es consciente de que le gustan los chicos (es más, está coladito por un amigo suyo), pero no se atreve a decírselo a nadie. Está convencido de que todo acabará mal. Incluso se contenta con que la gente piense que está saliendo con Nao, una buena amiga suya de la infancia. Sin embargo, todo cambiará cuando termine topándose con Amamiya, un entrañable señor que regenta una cafetería y con el que entablará una relación de comprensión mutua y apoyo sincero.

Muchos de los dilemas planteados en los tres tomos que conforman esta obra resonarán con fuerza en el lector LGTB. Las lógicas dudas ante la salida del armario, decidir a quién contárselo primero y cómo hacerlo, la búsqueda de figuras de apoyo y referencia… El viaje de Itoda es un viaje que muchos hemos realizado, de alguna forma u otra.

Casi podría decirse que Nuestros colores es una catarsis, un viaje al que fue el pasado de muchos de nosotros. Y a pesar de que hoy en día se podría cuestionar la necesidad de salir del armario, no deja de ser una decisión personal y, para muchos, una forma de seguir visibilizando y constatando nuestra presencia en el mundo.

Tagame casi parece hablarnos de tú a tú. Cabría incluso afirmar que la historia de Itoda es, en gran parte, la historia del mangaka. Igualmente no estaría errado pensar que Amamiya es ese referente necesario y valioso que el joven Tagame no tuvo en su adolescencia y ha representado en esta obra. Lo interesante es que se le aporta profundidad al personaje. No es perfecto, ni mucho menos, pero se sigue esforzado por ayudar a las nuevas generaciones, en este caso encarnadas en nuestro protagonista.

Amamiya también tiene sus propios problemas, no se limita a ser una figura de apoyo denodado para nuestro Itoda. Es mucho más. Tiene un pasado, ha cometido fallos, su época era mucho más complicada que la actual. Porque sí, porque a pesar de que todavía queda mucho que luchar, resulta innegable que las cosas han mejorado mucho para el colectivo.

A veces, parecemos tan obcecados en demandar lo que nos falta que parecemos olvidar lo que ya han logrado las generaciones que nos preceden. Todas sus luchas y sus esfuerzos no fueron en vano, y gracias a ellos, no lo olvidemos, estamos donde estamos. Y esto es precisamente lo que representa Amamiya, esa generación que las pasó canutas, que vivió situaciones mucho más complicadas y con muchísimos menos recursos a su alcance.

Itoda representa lo actual, aquello que ha logrado ciertos avances, pero que aun alberga demonios internos y lógicas dudas ante una sociedad que sigue sin ponerlo fácil (por mucho que no sea como antes).

UNA REPRESENTACIÓN CERTERA

Más de una vez me he encontrado viajando a mi pasado durante la lectura de esta fantástica obra. Mi yo de entonces, mucho más ingenuo, cohibido e inocente. Aquel adolescente acosado, vapuleado e insultado. Aquel corazón con dudas e inseguridades. Una persona que ha cambiado mucho en todo este tiempo y que todavía no se ha terminado de encontrar a sí mismo. Que sigue dando pasos, poco a poco, mejorando, entendiendo y entendiéndose.

Itoda representa esos primeros pasitos, esa incertidumbre que parece anidar en nuestro corazón hasta que estamos preparados para echar a volar, para atrevernos a sentir. Qué poco me gusta usar la palabra atrevernos porque no debería ser un acto de valentía, aunque por desgracia, en pleno siglo XXI, en ciertos contextos todavía lo es.

No olvidemos quiénes somos, cómo somos y a quién amamos. Nuestros colores no nos definen, pero son una parte vital de nuestra identidad personal. Mangas como este nos permiten recordar de dónde venimos, quiénes éramos y cómo decidimos ser de entonces hasta ahora. Con historias así viajamos, recordamos y añoramos. Y agradecemos, por supuesto. Agradecemos que tengamos mangakas como Gengoroh Tagame, que representen al colectivo y cuenten historias tan necesarias como esta.

Y puede que hoy día ya no seamos Itoda, pero nunca está de más recordar que nosotros también fuimos como él. También nos permitimos dudar de nosotros mismos. También sentimos miedo a la hora de pronunciar una palabra que, con tan solo tres letras, parecía un mundo. Nos encogíamos, nos poníamos la misma máscara social que porta él en el manga para evitar conflictos. En definitiva, nos escondíamos porque creíamos que no merecíamos ser vistos.

El progreso de Itoda y su evolución como chico gay es también la nuestra. Por ello precisamente, debemos tender puentes, extender nuestras manos y prestar apoyo a los futuros «Itodas». Porque vendrán, pero ahí estaremos nosotros para recordarles que no están solos.

¡Hasta aquí nuestra reseña de Nuestros colores! ¿Habéis leído la obra? ¿Os llama? ¡Contadnos!

comparte-small

Sobre el autor...

Yer Wells

Lector de manga desde hace más de diez años y habitual redactor sobre este campo. Me maravillan las historias raras y busco sorprenderme en cada lectura. Lo mainstream no está reñido con la calidad.

Comentar

Publicar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *