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Opinión: Tsuki ga kirei y el amor en la sociedad japonesa

Por Yer_Wells

En la literatura, el arte, el cine, las series y, por supuesto, el cómic, siempre ha habido una base temática inmutable, un concepto universal entendido por todas las culturas y formas de vida, un sentimiento que nos caracteriza y nos une: el amor.

La sociedad japonesa entiende dicha noción de una manera que puede resultar extraña, incomprensible e incluso a veces deshumanizada al mundo occidental. Una de las mejores formas de entender una cultura pasa siempre por acercarse a productos que la muestren sin fisuras y que nos permitan entenderlos mejor o, al menos, intentar comprender el por qué de dicha visión.

En Tsuki ga kirei se nos muestra la historia de Kotaro y Akane, dos estudiantes de secundaria que descubrirán lo que es el primer amor y todo lo que conlleva: esa ilusión primeriza, las mariposas en el estómago, las pequeñas decepciones del día a día, la incertidumbre, la inquietud ante el futuro de la relación al pasar a la universidad… Un romance adolescente puro y duro, sencillo, que nos muestra cómo lo viven dos jóvenes sin experiencia alguna que se acercan por primera vez a un sentimiento que resulta difícil de explicar y se vive de manera muy intensa.

Un occidental medio, que no esté demasiado acostumbrado al entorno del manganime y desconozca ciertos aspectos clave muy anclados en la sociedad nipona, puede pensar que su forma de vivir el amor es demasiado fría, callada y falta de pasión; desde nuestro punto de vista, de sangre caliente y mucho más fogosa, esa peculiar forma de sentir nos resulta extraña, ajena, casi alienígena.

Tengamos en cuenta que, ya de por sí, la sociedad japonesa es bastante cerrada. Ciertos aspectos están cambiando, poco a poco va abriéndose y la globalización parece estar llegando a una nación como Japón que, durante muchísimos años y debido a su pasado, ha permanecido aislada del resto del mundo y mantenido sus tradiciones per secula seculorum. Esto afecta, naturalmente, a su concepción del amor y cómo expresan sus sentimientos. Difícilmente veremos en las calles de Japón a una pareja dándose un beso, intercambiando un abrazo; e incluso un pequeño gesto como darse la mano parece demasiado íntimo para ellos. Esto contrasta con ciertas celebraciones como San Valentín, donde ellas regalan chocolates (normalmente elaborados artesanalmente) a sus intereses amorosos; o el Día Blanco, donde se hace lo propio, pero a la inversa, de ellos para ellas.

Vivir una relación adolescente en la sociedad nipona dista mucho de lo que nosotros entendemos como tal. Los sonrojos están a la orden del día, y pasarán muchas semanas, incluso meses, antes de que se atrevan siquiera a darse el primer beso… que aún entonces será breve, casi un rito de paso lleno de vergüenza.

Conciben el amor de una forma, digamos, mucho menos sexual, más basada en los pequeños gestos del día a día, en los regalos materiales y siempre con un hermetismo desnaturalizado. La importancia que cobra ese primer beso para un joven japonés resulta capital, pues dárselo a la persona equivocada o por error supone casi un trauma para el incauto.

Desde Occidente, disfrutamos viendo estas historias de amor por esos pequeños momentos de candidez, ingenuidad, sonrojos casi constantes y esa ternura inocente que quizá nos retrotraiga a nuestra propia adolescencia. Por otro lado, también sentimos esa frustración, fruto de nuestra incomprensión o de nuestra aferrada manera de percibir el amor, cuando los protagonistas tardan siglos en decir lo que piensan, o cuando experimentan celos por una tontería y simplemente se enfadan en lugar de establecer una comunicación para enmendar el malentendido. Malentendido que, no nos engañemos, siempre da cierta enjundia y tensión a la trama amorosa. A quién no le gusta un salseo, ¿verdad? Sobre todo si no lo experimentamos en nuestras propias carnes…

En definitiva, Oriente y Occidente parten de diversas formas de acercarse al amor, pero lo maravilloso del mundo y las sociedades radica en molestarse en intentar conocer otras culturas y formas de querer. Puede que nos resulten llamativas, chocantes, incluso puede que no comulguemos en absoluto con sus formas; pero abrir la mente consiste en atreverse a echar la mirada más allá de nosotros.

¿Y vosotros, qué opináis de la visión nipona del amor? ¿Qué ideas os gustan y cuáles no? ¿Habéis podido disfrutar de Tsuki ga kirei?

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Sobre el autor...

Dan

Amante del manga, anime y videojuegos por partes iguales... Lleva dando guerra en blogs como "Noticias Otaku Center" y "Deculture", o en podcasts como "Apocalipsis Friki" desde hace más de 5 años.
Ahora, en Omega Center Blog, al frente de todo lo que acontece en el país nipón.

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