MANGA OPINION

Demografías y temáticas

Uno de los temas más recurrentes en el mundillo en la actualidad es el relativo al uso, o no, de demografías para encuadrar y clasificar distintas obras. A lo largo de este artículo, trataremos de explicar cada concepto, así como de aportar nuestro punto de vista sobre su uso. ¡Hoy hablamos de demografías y temáticas!

El rosa de Glénat

EL USO DE LA DEMOGRAFÍA

Para empezar, ¿qué es una demografía? Podríamos afirmar que son las «categorías» bajo las que se dividen las obras y que SUPUESTAMENTE (así en mayúsculas) están dirigidas a un público determinado. Así, por ejemplo, el shonen estaría enfocado a un público juvenil entre 12 y 17 años mientras el seinen sería para mayores de edad. Algo similar a lo que ocurriría entre el shojo y el josei.  Así pues, según este término, cada manga tendría un claro target de mercado agrupado en edad y sexo de los consumidores.

Se podría considerar también que cada una de estas demografías alberga una serie de características compartidas propias que la identifican y la hacen pertenecer a un grupo u otro. Ahora bien, ¿tiene sentido el uso de la demografía? Pues sí y no.

Para las editoriales, quizá sí. Agrupar sus obras así quizá les permita saber qué licenciar o qué no a la hora de aventurarse a incluir nuevas obras en su catálogo, que está marcado por una línea editorial. Así, a la hora de realizar un estudio de mercado, esta división podrá servir de muestreo para comprobar qué es lo que más funciona y lo que menos. Eso no quita, por supuesto, que incluso dentro de cada demografía habrá obras que sorprendan por sus ventas y otras que supongan un fracaso.

En Japón, asimismo, el uso de las demografías es un concepto muy asentado. Recordemos que se trata de una sociedad bastante cuadriculada en muchos aspectos. Sacarles de esta división será mucho más complicado que en otras culturas más progresistas. Con todo, ya se están dando algunos pasos en este sentido, pues florecen nuevas revistas cuyas serializaciones abarcan temáticas cada vez más diversas sin encasillarse en una demografía.

Pero… ¿tiene sentido en España que el consumidor siga guiándose por esto? Creemos que no, pues supone un sesgo inconsciente y muy genérico a la hora de etiquetar una obra. Si leemos shojo, ya pensamos automáticamente que se trata únicamente de un romance, y si leemos shonen ya damos por sentado que habrá violencia. Las demografías encasillan demasiado a un producto, alejando a posibles compradores únicamente por un nombre o por un color de portada (recordemos cuando Glénat/EDT usaba el rosa en sus lomos para el shojo y el verde para el shonen).

Es por eso que cada vez se alzan más voces pidiendo la eliminación progresiva de las demografías, algo que algunas editoriales españolas ya han comenzado a hacer, al menos de cara a la galería pues internamente y a la hora de comunicarse resulta inevitable que se escapen aún las consabidas palabras demográficas. Es algo que tenemos tan interiorizado que será complicado eliminar de nuestro vocabulario, pero todo es posible con el paso del tiempo. Pero, entonces, ¿cómo encuadramos una obra si eliminamos las demografías?

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HABLEMOS DE TEMÁTICAS

Dado que la palabra género no nos parece del todo correcta, mejor englobemos a las obras en base a su temática (aventura, thriller, romance, terror, deporte…). De este modo, se muestran mucho más claramente los pilares fundamentales de una obra, sin necesidad de encasillarla en algo tan limitado como una demografía. Quizá esta clasificación ayude a derribar barreras que el propio mercado ha impuesto desde el nacimiento del manga en nuestro país. Porque el romance no solo está en una demografía, ni el terror únicamente se adscribe a otra demografía. Quizá la agrupación por temáticas ayude al comprador a la hora de elegir su próxima obra sin necesidad de sesgar ya desde un principio por el hecho del público al que, tradicionalmente, debería ir dirigida.

En el mundo de la literatura (juvenil o no), no existe esta clasificación demográfica. Las novelas se agrupan únicamente por su temática, simple y llanamente. Quizá es un modelo que debería adoptar el manga, pero será más complicado, sí. Precisamente por ser un producto de origen japonés que viene cortado por patrones, como decíamos, muy cuadriculados. Sin embargo, existiendo la agrupación temática, adoptemos este sistema como nuevo orden para clasificar las obras que lleguen de aquí en adelante.

Poco a poco, las editoriales se están sumando a esto y, esperemos, que con el paso del tiempo, podamos acercarnos a nuevas obras sin dejarnos llevar tanto por etiquetas demográficas. Insistimos en que la clasificación demográfica hace que las obras pierdan numerosos matices importantes que pueden hacer que un lector de manga no se acerque a una obra por este simple hecho.

Todos somos diferentes y complejos. No tiene demasiado sentido dividir las obras en base a la sexualidad o identidad del público al que técnicamente van dirigidas. Esto supone abrir también otro melón importante como es el tema del BL y el Yuri, temáticas con las que ocurre algo similar.

En cualquier caso, disfrutemos de nuestras lecturas sin dejarnos arrastrar por etiquetas o conceptos que deberían darnos absolutamente igual. Lo importante siempre fue, y será, disfrutar de los mangas que nos gustan independientemente de lo que nos diga en su portada. Ahora os toca a vosotros, ¿qué opináis de este complicado, pero apasionante tema? ¿Qué opináis de las demografías y las temáticas?

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Sobre el autor...

Yer Wells

Lector de manga desde hace más de diez años y habitual redactor sobre este campo. Me maravillan las historias raras y busco sorprenderme en cada lectura. Lo mainstream no está reñido con la calidad.

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