ANIME MANGA

El recorrido del shojo en España

El mercado español se inunda cada mes de títulos que pueblan las estanterías, dispuestos a que los lectores elijan sus favoritos para disfrutar de nuevas lecturas. Sin embargo, hay una demografía en concreto que no ha disfrutado de la misma constancia en cuanto a novedades y títulos publicados. Como habréis podido suponer, esa demografía es el shojo y, paralelamente, el josei. A lo largo de este artículo, haremos un recorrido sobre la progresión de estos en nuestro país, rescatando aquellas obras o acontecimientos que han marcado su historia en España. Acompañadnos mientras proyectamos el recorrido del shojo en España.

Imagen RG Veda

LOS DIFÍCILES INICIOS

Los comienzos del manga en España fueron titubeantes, con pocas obras y además publicadas en formato fascicular hasta que llegó el formato tomo que hoy tenemos tan asentado. El recorrido del shojo en España comienza, casi imperceptiblemente, con Candy Candy. Fue publicado en formato cómic book en 1984 por Bruguera, mucho antes siquiera de que la palabra manga empezara a existir en nuestro vocabulario.

En la materia que nos ocupa, debemos mucho al conocido grupo de autoras CLAMP, que de alguna manera inauguraron una nueva forma de hacer y contar historias, rompiendo un poco el esquema de las obras que hasta entonces llegaban aquí. En la década de los 90, no fueron pocas las obras de CLAMP que nos llegaron. Una de sus obras más polémicas y conocidas, X, dio el pistoletazo de salida, y posteriormente llegaron otras como RG Veda, Tokyo Babylon o Luchadoras de leyenda. Sin estas obras, el mercado no habría crecido, ampliándose a nuevos terrenos que sin duda fueron caldo de cultivo para el futuro del shojo y el josei en España.

Marmalade Boy

LA TELE TAMBIÉN AYUDA

Sería imperdonable no hablar en este artículo de dos obras que marcaron un antes y un después en el repunte del manga en España. Ya no solo dentro de esta demografía, sino de forma general.

Sailor Moon fue la primera, que además amplió lo que el gran público conocía hasta entonces, trayéndonos algo que en ese momento no sabíamos que tenía un término propio: magical girls (o mahou shojo). Si hasta entonces, quizá por pura ignorancia, el público de Marmalade Boy había sido mayormente femenino, Sailor Moon llegó casi por igual a todo el mundo. Mucho tiene que ver quizá su excelente mezcla entre aventura, acción, fantasía y romance, que atrapó sin remisión a los espectadores.

Su versión animada se estrenó en 1993 en Antena 3, que emitió las tres primeras temporadas de la serie. A continuación se produjo un parón, y no fue hasta 2001 cuando se retomó su emisión con la cuarta temporada, previa reemisión de la tercera para refrescar la memoria a los seguidores. Con todo, la censura afectó a la serie, ocultando la sexualidad de ciertos personajes y maquillando todo aquello que pudiera resultar «ofensivo» en el contexto de la época. Cabe comentar que la quinta y última temporada de la serie no llegaría a la televisión nacional, quedando relegada únicamente a algunas autonómicas.

Ante el indudable éxito cosechado por la obra de Naoko Takeuchi, la editorial catalana Glénat no dudó a la hora de licenciarla en nuestro país, en formato tankoubon. Se recibió con mucha expectación y ganas. Su hito fue tal que también generó una precuela (Sailor V), películas de imagen real y productos ambientados en su mundo. Años después, se publicó una nueva edición de la obra que Norma Editorial ha traído a nuestro país. Y poco a poco comenzaba el recorrido del shojo en España…

LA SEGUNDA GRAN OLA

La segunda ola llegó con  Marmalade Boy, que aquí pasó a llamarse La familia crece. En Japón, el manga fue publicado con enorme éxito entre 1992 y 1995, alcanzado en ventas la friolera de 10 millones de copias, lo que trajo obviamente una adaptación animada que allí se estrenó en 1994.

No fue hasta 1998 cuando pudimos verla en nuestro país, gracias a La 2 de TVE. Fue emitida con gran éxito de audiencia durante dos años, hasta llegar a su fin en el año 2000, pero contó con más pases emitidos en televisión que no hacían sino hablar de su gran acogida. Su huella fue tal que incluso bastante tiempo después ha generado una secuela, Marmalade Boy Little. Planeta Cómic la ha traído a nuestro país, al igual que en su día la obra original.

La enorme popularidad de este anime también consagró a su autora en nuestro país, y poco a poco nos fueron llegando más obras de Wataru Yoshizumi, que a menudo se encontraban entre las más vendidas. Había nacido algo imparable, y la semilla había germinado gracias a Marmalade Boy.

Fushigi Yuugi

LA ÉPOCA DORADA

Nos plantamos aproximadamente entre los años 2004-2006, cuando el género estalla en nuestro país y goza de un éxito indiscutible. Gran parte de este éxito se debe a la labor de Ivrea, una de las editoriales que más lanzamientos ha tenido en cuanto a shojo en España. También destacan Glénat (que tenía un catálogo bastante nutrido) y, sorprendentemente, Panini, que asomaba tímidamente la patita en el manga con títulos como Platonic Venus (Yuki Nakaji), Host Club (Bisco Hatori) o la imprescindible Reloj de Arena (Hinako Asihara).

Como curiosidad, la primera obra de la editorial fue Ultra Maniac, con la que iniciaron su andadura en este terreno. Y además fue la única obra de Wataru Yoshizumi que publicó Panini, ya que prácticamente el resto de su catálogo estaba en Planeta.

Durante esta década (hasta el inicio de las crisis del mercado en 2010) también vimos grandes lanzamientos como Gals (que nos enseñó mucho además sobre las tribus urbanas), Crimson Hero (que demuestra que el spokon también es cosa de chicas en un género dominado por lo masculino), Fushigi Yuugi (la obra que consagró a Yuu Watase en España), El caballero vampiro (Panini aprovechó el tirón vampírico propiciado por la novela Crepúsculo y el enorme éxito del anime para traerla a España con resultados muy positivos), Nodame Cantabile (que a pesar de sus bajas ventas es uno de los mejores exponentes del josei en España), Lovely Complex (la aproximación de la comedia y la amistad al terreno romántico) y muchos más.

No se puede entender tampoco esta época dorada sin la presencia de una de las grandes todoterreno, Ai Yazawa. Con su conocida obra Nana se ganó el favor de propios y extraños, en parte debido a su estupendo anime y su inolvidable banda sonora. Curiosamente, Paradise Kiss, de la misma autora y publicada primeramente por Ivrea, no gozó de tal éxito en sus inicios.  Tiempo después, y para sorpresa de la propia editorial, sus ventas subieron como la espuma, llegando a tener varias reediciones. A día de hoy, es Planeta quien ostenta en su catálogo la casi totalidad de obras de Yazawa.

Virgin Crisis

 

EL BOOM DEL SHOJO ERÓTICO

Dentro de esta época de florecimiento, no se puede obviar tampoco a otra mangaka que caló especialmente en nuestro mercado. Hablamos de Mayu Shinjo, máxima exponente del shojo erótico en España.

El furor fue tal que la propia Ivrea, encargada de publicar sus obras en España, se confesó gratamente sorprendida. Así, no tardaron en llegarnos una retahíla de obras de la mangaka, entre ellas Virgin Crisis (la obra que inició este furor), Sexy Guardian, Love Celeb, Midnight Children o Kaikan Phrase. Gran parte de ellas gozaron de excelentes ventas, pero de un tiempo a esta parte el boom fue decayendo. Así, las obras más nuevas de la autora no lograron el mismo éxito.

Ante este filón del manga erótico romántico, otras editoriales trataron de subirse al carro. Norma trayendo obras de Kayono, Panini animándose con obras como Deseo (Ayane Ukyo) o La Cúpula con publicaciones como Tabú (Aki Yue). Incluso Glénat tenía en cartera el lanzamiento de Zettai Kareshi, pese a que no terminó por producirse. Como dato curioso, en esta época eran bastante comentados en redes los títulos con los que Ivrea adaptaba sus obras para el mercado español. La editorial nos regaló pequeñas joyas como Profe secreto, amante indiscreto o Los caprichos de mi amo. Ivrea mantiene todavía en la actualidad este sello personal a la hora de vender estos títulos en nuestro mercado.

No podemos olvidar tampoco que el josei de contenido erótico también germinó por esta época, con obras bastante conocidas como Midnight Secretary (Tomu Ohmi) o Private Prince (Maki Enjouji).

Aoharu Ride

LA INESPERADA CAÍDA

Y llegamos al antes mencionado año 2010, donde se juntaron un cúmulo de factores que causaron no solo un descenso brutal en las ventas del shojo/josei, sino del manga en general. El mercado no pudo absorber la enorme cantidad de títulos que se publicaban cada mes, lo que se juntó con la gran crisis económica que por aquel entonces vivía el país. Además, la lectura de manga no era algo tan extendido como hoy día, por lo que las editoriales se lo pensaron dos veces antes de licenciar obras. Como consecuencia, los lanzamientos se vieron drásticamente reducidos.

Por desgracia, el mayor afectado fue el shojo, que pasó prácticamente a ser una demografía invisible en nuestro mercado. Fue en esta época cuando Glénat/EDT también acusó esta caída especialmente, provocando su desaparición gradual hasta que, tristemente, tuvimos que despedirla del mercado. Prácticamente la única editorial que apostó por ello fue Ivrea, que nos trajo algunas obras de Aya Oda. También apostó por una autora que, pese a unos inicios titubeantes con Strobe Edge, luego logró hacerse con el público con Aoha Ride. Hablamos, claro, de Io Sakisaka.

En un último esfuerzo, Glénat incluso optó por rescatar un clásico como Fushigi Yuugi en formato kanzenban. Trataba de atraer a nuevos lectores, así como de tirar de nostalgia para todos aquellos que ya conocían la obra de Yuu Watase.

Fue en 2012 cuando Norma terminó de publicar, no sin esfuerzo, Nodame Cantabile, uniendo sus dos volúmenes finales en un único tomo, Opera-hen. Por aquella época, Planeta y Norma habían abandonado esta demografía casi por completo, centrándose más en el shonen y el seinen.

Nieve en verano

LA PROGRESIVA ESCALADA

Nos plantamos en 2014-2015, cuando tras años de sequía, la irrupción de nuevas editoriales en el mercado español insuflan aire fresco a estas demografías. Así, gracias a Tomodomo y Milky Way volvemos a ver obras josei en España.  La primera se lanzó al mercado con Nieve en verano, pero sin duda una de sus obras más vendidas y queridas es Orange, que continúa como lo más exitoso de su catálogo.

En el segundo caso, la editorial asturiana nos trajo Sakamichi no Apollon, un tierno josei a ritmo de jazz que no dejó a nadie indiferente. Estas obras generaron posiblemente un nuevo público que buscaba obras diferentes, y sirvió también para recordar al mercado que había un hueco para el shojo y el josei.

Ivrea también acertó con la publicación de la por aquel entonces demandada Aoha Ride, y comenzó de nuevo la proliferación de obras shojo en su catálogo, con títulos como Adolescente pero no inocente o la comentada Prima de riesgo.

Fue en 2016 cuando Norma volvió a apostar por esta demografía con Robico y su El monstruo de al lado. Por su parte, Milky Way nos traía a una autora no muy conocida pero que caló por la alta calidad de sus obras. Nos referimos a Hozumi, con títulos como La posada de los objetos perdidos o La víspera de la boda. También trajo a una mangaka muy demandada y popular como Kaori Ozaki, licenciando sus historias cortas además de la obra de fantasía Immortal Rain.

Otra editorial que rescató a grandes autoras clásicas imprescindibles fue Tomodomo, que nos permitió conocer a la gran Moto Hagio con ¿Quién es el 11º pasajero? en una edición a la altura de las circunstancias.

Por su parte, Planeta también recordó que había sitio para estas demografías. Así, volvimos a disfrutar de obras de Yoko Kamio, rescató del olvido a su querida Wataru Yoshizumi y trajo más obras de la laureada Ai Yazawa.

Yona of the Dawn

LA ACTUALIDAD ESTABLE

Poco a poco, se va solidificando la presencia de estas demografías en España. Esperamos no tener que lamentar nunca más una desaparición tan drástica como la que se vivió en el pasado. Parece que el shojo y el josei se han asentado, en parte gracias al riesgo que corrieron las nuevas editoriales al traernos obras de calidad que se alejaban de lo que se conocía hasta entonces. Esto permitió abrir mercado a nuevos intereses y generó nuevo público, algo necesario en una industria que parecía estancada.

Ahora, estamos disfrutando incluso de obras largas como Yona, princesa del amanecer, algo que hace tiempo hubiera sido impensable. No solo eso, sino que se ha ampliado a nuevas vertientes, mezclándose por ejemplo con la comedia (Last Game, de Shinobu Amano), la ciencia ficción (Children of the Whales, de Abi Umeda), la comedia costumbrista (Qué difícil es el amor para un otaku, de Fujita) o el drama histórico (Réquiem por el rey de la rosa, de Aya Kanno).

Además, se están recuperando grandes clásicos de antaño en nuevos formatos mucho más acordes a la calidad de hoy día. Obras tales como Fruits Basket de Natsuki Takaya, o la sempiterna Card Captor Sakura, de CLAMP. También se están recuperando obras incluso más añejas. Antes hemos mencionado a Hagio por parte de Tomodomo, pero también hay hueco para La princesa caballero, de Tezuka (obra transgresora además por su componente de gender bender), o grandes clásicos de la literatura universal como Ana de las tejas verdes.

También ha vuelto Yuu Watase gracias a ECC,  con las licencias de Sakura Gari y Kiri Samurai, obras inéditas hasta la fecha.

CONCLUSIONES

En definitiva, ni el shojo ni el josei están muertos, y merecen su puesto en cualquier estantería de lectores manga. Es hora ya de desterrar tópicos y de pensar que solo son mangas románticos. Hay gran cantidad y diversidad de historias esperando a ser descubiertas, sin que asomen los prejuicios.

Todo el manga es para todos, todas las historias tienen cabida si nos llaman la atención. No tenemos que mirar la absurda etiqueta impuesta ni descartar una obra simplemente por el color que luce en su portada. El mercado ya ha madurado, quizá es hora de que los lectores también.

 

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Sobre el autor...

Yer Wells

Lector de manga desde hace más de diez años y habitual redactor sobre este campo. Me maravillan las historias raras y busco sorprenderme en cada lectura. Lo mainstream no está reñido con la calidad.

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