ANIME GENERAL MANGA

El esclavismo de la animación

No es ningún secreto que la industria del anime está en auge. Cada vez hay más proyectos y más productoras para encargarse de ellos, por mucho que algunas intenten abarcar más de lo que deberían (hola, MAPPA). Sin embargo, también hay una terrible verdad detrás que hoy veremos. He realizado este texto a partir de varios artículos y documentos que he leído este último mes. ¿Hemos llegado a tal punto que podemos hablar de algo llamado el esclavismo de la animación?

Desglose de minutos de animación producidos al año

SATURACIÓN Y FRUSTRACIÓN

A pesar de que actualmente cada vez hay más gente en esta industria, también es cierto que muchas empresas tienen que luchar con uñas y dientes para captar a aquellos animadores, productores o compositores (entendemos por compositor la persona encargada de distribuir el ritmo y las dinámicas de cada episodio, no el que realiza la música) que les interesan.

Porque al contrario de lo que mucha gente cree, las productoras cuentan en sus filas con trabajadores freelance que no están en la empresa de forma perenne. Si bien es cierto que hay un grupúsculo de gente adheridas a una productora, en la mayoría de los casos los animadores suelen ir por su cuenta. Así, acuden a aquellos proyectos en los que están interesados o para los que los contratan.

Es importante, en este punto, hablar de la sobresaturación de la industria. Para los fans, claro está, es una alegría tener tantos animes que ver y entre los que escoger. Sin embargo, esto es una losa muy pesada que la industria lleva años soportando a sus espaldas. Incluso llegando a límites que podemos calificar de inhumanos.

2006 es, todavía hoy, el año en el que más minutos de anime se han producido. La producción animada se ha mantenido en cifras muy altas desde entonces (con algunos años algo renqueantes, uno de ellos debido a la pandemia). A día de hoy, además de eso, grandes animes populares en el mainstream también están pasándose al cine en forma de secuelas o precuelas. Esto conlleva mayores gastos de producción y, por ende, la necesidad de un equipo mayor. Si bien es cierto que esta práctica no es nueva, hoy en día está claramente en alza.

Animadores japoneses
Estudio de un animador freelance

QUIEN MUCHO ABARCA…

Las grandes empresas del sector manganime recurren a algo que en el mundo anglosajón se llama overflooding. Es decir, abarcar cuanta más cantidad de proyectos en su catálogo para tratar de abarcar un mayor espectro de público y, por tanto, amasar no solo mayores beneficios sino una mayor visibilidad entre el público. Esto explicaría, por ejemplo, la extraña necesidad de MAPPA de encargarse de una ingente cantidad de animes, lo que es una auténtica locura.

Esto, por muy jugoso que pueda parecer, se realiza a costa de la propia salud y tiempo de los trabajadores. Cada vez se les exige más y, lo que es peor, en menos tiempo. Las empresas madre exigen que sus animes cumplan unos estándares de producción altos, demandando de sus equipos una calidad que resulta totalmente imposible dado el tiempo del que disponen y el presupuesto otorgado al proyecto.

Precisamente por esto, los estudios se ven en la acuciante necesidad de contratar a animadores independientes conocidos y reputados del medio para que se encarguen de importantes tareas en el proyecto. El problema, obviamente, es que no hay manos para tanto trabajo.

Incluso aunque la industria está ahora cultivando jóvenes talentos con creatividad y energía, como Kai Irasashi, todos los estudios buscan como locos la mejor calidad en el menor tiempo posible. ¿Entendéis porque se le llama el esclavismo de la animación?

Anime Wonder Egg
Imagen promocional del anime «Wonder Egg Priority»

EXHAUSTOS Y SIN DESCANSO

CloverWorks es un ejemplo claro de las quiméricas demandas que hoy día exigen las grandes empresas. ¿No os preguntáis como fue posible que nada más haber terminado Wonder Egg Priority, un anime con una ingente cantidad de sakuga, pudieran producir no ya uno, sino dos animes simultáneos en una temporada inminentemente posterior?

Esto fue posible debido al método de trabajo que siguen, en el que sus key-animators compatibilizan varios proyectos a la vez para mantenerse interesados y no llegar a saturarse. Incluso así, el equipo se vio saturado y Aniplex (empresa matriz) tuvo que mentir en redes sociales alegando que el capítulo resumen de Wonder Egg Priority estaba preparando cuando en realidad fue una forma de rellenar una semana más para poder dar tiempo al equipo a terminar contrarreloj el episodio final.

Resulta todavía más preocupante sabiendo que los trabajadores del estudio no podían decir nada al respecto, aunque a uno de los animadores se le escapó un tuit gracias al cual el público pudo enterarse de una situación que, de otro modo, pudo haber sido vista como normal.

MAPPA, en cambio, usa otro estilo de trabajo en el que sencillamente va aceptando proyectos a diestro y siniestro de aquellas series que considera que pueden servirles para rellenar portfolio y ser más lucrativas, ya sea por su popularidad o por la cantidad de mercadotecnia e interés que puedan generar. Claro está, con tanto anime en producción difícil es no acertar, aunque una vez más se ponga en riesgo la salud física y mental de sus trabajadores.

Kimetsu no Yaiba Selecta
Imagen promocional del estreno del anime «Kimetsu no Yaiba»

PRESUPUESTOS AJUSTADOS E INVARIABLES

Llegados a este punto, os preguntaréis: ¿y por qué no destinan más cantidades de dinero para poder asegurar animadores a los proyectos y así poder trabajar más holgadamente? La respuesta corta sería porque vivimos en una sociedad capitalista, pero os voy a dar la respuesta larga también.

Lo cierto es que se pagan buenas sumas de dinero a los estudios para producir aquellos animes que saben que van a ser más populares (el presupuesto exorbitado de Kimetsu no Yaiba o Jujutsu Kaisen no sale de la nada). Sin embargo, este dinero es una cantidad fija que no va a variar, independientemente de cuánto se termine por estirar el proyecto.

Os pondré un ejemplo: La empresa XY destina una cantidad de dinero, pongamos 350.000 yenes, para la producción de una temporada de X episodios de X anime. El estudio cuenta con ese presupuesto para la compleción total del proyecto. ¿Qué ocurre si hay complicaciones por medio y el tiempo de trabajo en lugar de ser ocho meses termina siendo un año? Pues toca apretarse y aguantarse, porque la casa madre (Aniplex, por ejemplo) no va a soltar ni un yen más. ¿Veis la cantidad de presión que implica esto?

Añadamos a esto que los animadores freelance no tienen un sueldo estipulado fijo, sino que cobran NO por el tiempo trabajado, sino por los cuts que realicen (entendemos por cut una serie de fotogramas de animación). Si esa tarea le lleva más tiempo del debido, ellos van a cobrar exactamente lo mismo. Así que cuando un animador emplea su propio tiempo cuidando especialmente ciertas escenas de vital importancia añadiendo capas, luces, sombras y demás detalles preciosos, tengamos en cuenta que esa tarea la estará haciendo, literalmente, por amor al arte.

Como dato curioso, los animadores que trabajan en películas, anuncios de televisión o videos musicales cobran una tarifa bastante mayor que al tratarse de un anime. Esto se debe principalmente a la mayor brevedad en el tiempo de estos proyectos y a estar focalizados a tareas más concretas.

Es preocupante que una industria en alza que genera importantísimas cantidades de dinero al año no se moleste en pagar bien a sus trabajadores y anden ajustando presupuestos al máximo para así quedarse ellos con la mejor parte.

Mamoru Hosoda
Logo oficial de Studio Chizu. ¿Reconocéis la silueta?

LA CONTRAPARTIDA DEL ANIME FAMILIAR Y ARTESANO

Sin embargo, hay honrosas excepciones en este panorama tan deprimente y apocalíptico. Pequeños lugares alejados de eso que llamo el esclavismo de la animación. Existen estudios pequeños, como Studio Chizu, liderado y gestionado por Mamoru Hosoda. Aquí hay un grupo fijo de trabajadores a los que Hosoda paga su debido sueldo y trabajando bajo unas condiciones algo más laxas. De esta forma, el director se asegura la satisfacción de su equipo y que estos no tengan que buscarse otras condiciones o aceptar otros proyectos a la desesperada por su cuenta. La seguridad que otorga esto en una industria tan competitiva y deshumanizada es desde luego un factor clave en Studio Chizu.

Queda mucho todavía por cambiar en la industria del anime, y muy poco a poco algunos estudios parecen estar dando pasos en la dirección correcta. Con todo, mientras siga habiendo grandes empresas priorizando sus intereses a costa de la propia salud de sus trabajadores, seguiremos hablando de condiciones extremamente precarias, horarios extenuantes e inhumanos y una carrera contrarreloj por seguir sacando buenos animes en un tiempo que no es realista ni humanamente viable.

Espero que este artículo os haya dado una ligera idea de cómo funciona esta industria hoy en día. Si os ha gustado, no dudéis en compartirlo. Si genera suficiente interés, tengo en mente otro artículo similar hablando más en detalle de los tiempos de producción de un anime. ¡Muchas gracias por leer este artículo llamado «El esclavismo de la animación»!

comparte-small

Sobre el autor...

Yer Wells

Lector de manga desde hace más de diez años y habitual redactor sobre este campo. Me maravillan las historias raras y busco sorprenderme en cada lectura. Lo mainstream no está reñido con la calidad.

Comentar

Publicar comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *