Un libro olvidado sobre un banco

Cuando Camelia se sienta en un banco en el parque, encuentra un libro, como abandonado. Al abrirlo descubre una dedicatoria invitándola a llevarse el libro, leerlo y dejarlo en otro banco para el próximo lector. Intrigada, acepta la invitación y se da cuenta de que las palabras marcadas en el libro forman un mensaje. Movida por la curiosidad, aburrida de una vida monótona y banal, Camelia señala otro mensaje y, en un acto de fe, deja el libro en un banco a la espera de una respuesta. Se inicia así una correspondencia a “libro abierto” con un misterioso d esconocido.

 

Jim y Mig crean una tensión dramática en progresivo ascenso a partir de un hecho tan casual como encontrarse un libro y decidir leerlo. La curiosidad es una virtud, pero puede llevar a la obsesión.

 

Un libro abandonado en el banco de una estación de tren, en una habitación de hotel, en el asiento de un avión… ¿De quién era? ¿Lo terminó? ¿Lo dejó voluntariamente o lo olvidó? Muchos nos hemos encontrado con algún libro en circunstancias similares.

 

“En una época de correos electrónicos, mensajes de texto y libros electrónicos, nos pareció deliciosamente retrógrado usar un libro para transmitir un mensaje de una persona a otra.” Jim.